Los jinetes del acocolisis
El liberado, el rutero y el marido, tres miembros visibles de una organización sindical que lejos de cicatrizar, ciertas y grotescas heridas del expolio sindical a lo largo de este decenio, expiandose únicamente durante la movilización del apagón, reconociendo los agravios cometidos y la dirección a la que habían llevado a Korreos Ourense, esta expiación reflejada en una plataforma unitaria, la cual estaba comprendida de unas reivindicaciones irrenunciables que reflejaban un cambio de rumbo, pero solo fue un espejismo, enseguida volvió,la rozadura,el corte,el arañazo,la llaga,la ofensa, el agravio,el ultraje,la afrenta la pena, el abatimiento, amargura, la aflicción, el pesar, lo que manifiesta que aún siguen abiertas, descavalgandose de la cordura y renunciando al colectivo.
Así ha quedado bastante claro en Korreos Ourense, donde estos jinetes del acocolisis se han manifestado durante las semanas del 6 de junio al 15 como son, desatando una tormenta de acoso-humillación sindical tan siniestra como la estética de sus protagonistas, como expone la pagina web de CGT Korreos Ourense, el rutero, el liberado y el marido.
Korreos Ourense tiene la oportunidad de cambiar el dibujo sindical, es decir, puede con la fuerza del voto acabar con años de tiranía, totalitarismo y esclavismo ó continuar con las formulas que avalan este y el resto de sindicatos que se presentan ante los trabajadores el 28 de junio, con los argumentos de que para trabajar, promocionar ó cobrar un sueldo digno, debe funcionar el enchufe, el dedo y la súplica, en vez de la igualdad, el mérito y la capacidad.
Durante la campaña electoral los cocos y algún sindicato nacionalista han demostrado lo mucho que se juegan, actuando como auténticos nazis, utilizando métodos fascistas y reprobables, increpando formal y físicamente, amenazando y humillando directamente a los trabajadores y presionando moral e incluso con la fuerza física para reducir y convencer, mejor dicho vencer al contrario, no con argumentos o con palabras, sino con atropellos y deslizandose por las delgadas lineas rojas del terrosindicalismo, jugando con la necesidad y el miedo del ser humano.